Es la segunda vez que visitamos este restaurante situado en Ondara (Alicante) entre campos de naranjos. Esta vez pedimos un menú compuesto por coca, berenjena ahumada, sardina de bota y crema de piquillo, rollito crujiente de verduras y caramelo de mostaza (buenísimo), pulpo asado, verduras y reducción de moscato, arroz meloso de pescado de roca y tarta al whisky, bizcocho, requesón y yema.
Ha valido la pena la experiencia. El servicio es muy atento y hace honor a la estrella Michelín que mantiene desde hace ya varios años. Mención especial al espacio agradable y tranquilo en el que se encuentra bajo una inmensa parra que invita a alargar las sobremesas.
Ha valido la pena la experiencia. El servicio es muy atento y hace honor a la estrella Michelín que mantiene desde hace ya varios años. Mención especial al espacio agradable y tranquilo en el que se encuentra bajo una inmensa parra que invita a alargar las sobremesas.
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